Viviendo con una ataxia de Friedreich desde hace más de tres décadas

lunes, 15 de abril de 2013

El miedo puede imperar sobre la vida

No le dejes, lo vuelve todo negro… eso lo sabemos muy bien las personas que convivimos con una ataxia de Friedreich; no te anula la enfermedad sino el miedo.


Y si le añades la ‘conspiración fantasmal’ que me quita ‘amigos y seguidores’ de Facebook desde hace casi dos meses y hace más de una semana me denunció, y no puedo navegar por allí con libertad, leer las noticias de la gente que me gusta... pues no te hunde la cosa, pero si te toca y mucho.

Por tres razones:
-Porque no hay nada más peligroso que un hombre que tiene miedo. A todos nos cuesta asumir nuestras inseguridades… y yo parece que me he convertido en el blanco de alguien o alguienes que sin duda se le ha ido todo de las manos, pero el daño ya está hecho (lo que realmente me destroza es pensar que mi segunda novela pueda estar por medio; mis personajes, la historia y yo no nos merecemos esto. Es que nadie escribe para esto).
-Porque no entiendo nada.
-Y tres: porque todo junto cambió mi actitud ante la vida sin darme cuenta.

Casi me ahogué en la piscina el otro día.
Por la anemia (llevo dos meses de tratamiento y me quedan otros dos) mis huesos han perdido peso dentro del agua. Floto más que nunca; la fuerza física y la mental tienen que ser superior para poder controlar mi cuerpo, solo que mi fuerza mental se había convertido en miedo. Estaba triste, no sabía que había hecho mal, ni por qué me volvían a castigar como cuando era pequeña y al darme cuenta de que tenía que hacer una fuerza bestial para controlar dentro de una piscina tan honda, empecé a temblar. No podía…

Miedo. Pánico cuando me sacaron… pero si no volvía no lo iba a hacer nunca más.

En la mente está la llave de todo.

Sí, el haber vuelto a escribir poco a poco, los besos que me arrea mi perro, gritar con fuerza ¡Hola Primavera…!
He vuelto a la piscina. Después de 45 minutos en el agua he entendido porque me llaman campeona.
Ahora eso sí… las agujetas son tremendas.

Sigo ‘prohibida’ en el face (y va a durar… pero no me voy a callar), y me temo que el día 23 no estaré en
las Ramblas firmando… Sin problemas, justamente ese día estaré un pelín ocupada: hace veinticinco años que me casé.